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jueves, 26 de enero de 2023

ORDEN CISTERCIENSE

ORDEN CISTERCIENSE
Conocida también como orden del Císter o incluso como Santa orden del Císter (Sacer Ordo Cisterciensis, S.O.C.), es una orden monástica católica reformada, cuyo origen se remonta a la fundación de la Abadía de Císter por Roberto de Molesmes en 1098, que sigue siendo la sede central de la Orden del Císter y se encuentra ubicada donde se originó la antigua localidad romana Cistercium, próxima a Dijon, Francia, en la comuna de Saint-Nicolas-lès-Cîteaux, del departamento de Côte-d'Or de la región de la Borgoña.

 Esta abadía fue llamada Novum Monasterium por Roberto de Molesmes para diferenciarla del monasterio de Molesmes, de donde procedía.

 La orden cisterciense desempeñó un papel protagonista en la historia religiosa del siglo xii. Su influencia fue particularmente importante en el este del Elba donde la orden hizo «progresar al mismo tiempo el cristianismo, la civilización y el desarrollo de las tierras».


la Orden Cisterciense estuvo marcada en su nacimiento por la necesidad de reforma y la inspiración evangélica, de la misma forma que la experiencia de Robert de Arbrissel,
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fundador de la Orden de Fontevraud en 1091, o la eclosión de los capítulos de canónigos basados en la regla de San Benito.



Es un movimiento de renovación monástica que muestra su disconformidad ante la riqueza y el cierto refinamiento que habían ido adquiriendo los monasterios, contrarios al espíritu de pobreza y vida apostólica de la Regla de San Benito, la cual rechaza todo aquello que es superfluo.

 Para los renovadores, el monje había descuidado su labor y su lugar en la Iglesia. Según ellos, los abades no encarnaban la imagen propuesta por la Regla benedictina y se dedicaban a la vida mundana, pasando demasiado tiempo en las Cortes e interviniendo demasiado tiempo en política; acumulaban demasiadas tierras y riquezas, y hacían excesos en el comer y en el beber; todo ello muy lejano de la penitencia, pobreza y soledad que tenían que practicar para seguir fielmente la Regla.

 El monje debía de llevar una vida de oración, trabajo y acogida de peregrinos, y poseer una razonable medida de todo. La Orden del Cister forma parte de este movimiento renovador  Como restauración de la regla benedictina inspirada en la reforma gregoriana, la orden cisterciense promueve el ascetismo, el rigor litúrgico dando importancia al trabajo manual.
 Además de la función social que ocupó hasta la Revolución francesa, la orden ejerció una influencia importante en los ámbitos intelectual o económico, así como en el ámbito de las artes y de la espiritualidad.

 Debe su considerable desarrollo a Bernardo de Claraval (1090-1153), hombre de una personalidad y de un carisma excepcionales.

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 Su influencia y su prestigio personal hicieron que se convirtiera en el cisterciense más importante del siglo xii, pues, aun no siendo el fundador, sigue siendo todavía hoy el maestro espiritual de la orden.


 En nuestros días, la orden cisterciense está formada por dos órdenes diferentes.
 La orden de la «Común Observancia» contaba en 1988 con más de 1300 monjes y 1500 monjas, repartidos respectivamente en 62 y 64 monasterios.


La Orden Cisterciense de la Estrecha Observancia, también llamada O.C.S.O.,

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 comprende hoy en día cerca de 2000 monjes y 1700 monjas, comúnmente llamados trapenses porque provienen de la reforma de la abadía de la Trapa, repartidos en 106 monasterios masculinos y 76 femeninos.

 Las dos órdenes cistercienses actualmente mantienen vínculos de colaboración entre ellas.

 Su hábito es túnica blanca y escapulario negro, retenida por un cinturón que se lleva por debajo; el hábito de coro es la tradicional cogulla monástica, de color blanco.

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 De hecho, se los llamó en la Edad Media «monjes blancos», en oposición a los «monjes negros» que eran los benedictinos.
 También es frecuente la denominación «monjes bernardos» o simplemente «bernardos», por el impulso que dio a la orden Bernardo de Fontaine.

 Aunque siguen la regla de san Benito, los cistercienses no son propiamente considerados como benedictinos.

Archivo:Concilio IV de Letrán01.jpeg
Fue en el IV Concilio de Letrán en 1215 cuando la palabra «benedictino» apareció para designar a los monjes que no pertenecían a ninguna orden centralizada,b​ por oposición a los cistercienses.

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